El anden estaba vacío al igual que la pequeña sala de espera. Solo unas hojas revoloteando en su interior movidas por el torbellino de aire que se coló por una de las ventanas rotas, las hojas giraban y giraban dando vueltas sobre si creando formas caprichosas movidas por el viento. Los bancos estaban vacíos ya desde hacía varios años, antes de madera y forja brillante, y hoy desconchados y oxidados por el tiempo. Sobre los mostradores solo el polvo esperaba su hora, el momento de partir en el próximo tren, aquel que ya nunca volverá a pasar.
Un viejo reloj con la esfera de cristal rota y las agujas desvencijadas marcaba ninguna hora, como si aquella estación estuviera condenada a permanecer en un lugar donde nada se mueve y todo permanece inalterado en el tiempo, perdiendo su color y convertiendose en un mundo monocromático .
Miré por una de las ventanas frotando la mugre del cristal rallado y sucio. Al fondo de la sala de espera había una maleta de color marrón, de aspecto muy antiguo, con los cierres rotos y con algo en su interior. Decidí abrir la ventana, cosa que no me fue muy difícil en tan vieja construcción. Una nube de polvo dejó mi cabello blanco, al igual que mi ropa, pero no me importó,salté dentro.
Una vez allí sentí algo que intentaré describir. Miré mis brazos, y estos se volvieron mates, opacos..en una palabra, perdieron el color. Después siguió el cuerpo..mis piernas..mi cabeza..y mi ropa..todo era gris, al igual que la sala de espera. Comencé a respirar con dificultad, como si el aire se espesara en la salita. Mire de nuevo al objeto de mi aventura, la maleta.
Caminé despacio en dirección a ella. Según avanzaba mis huellas se marcaban en el suelo de terrazo, quedando grabada la huella como si de un paisaje lunar se tratase. De repente me detuve a observar mi alrededor girando sobre mi mismo, imaginando el movimiento de aquella estación de los años 30. Los señores corriendo, el muchacho de los periódicos vendiéndolos a grito pelado, las elegantes señoritas con sus sombreros elegantes..hasta la floristería móvil de una anciana señora que vendía sus claveles a eternos enamorados que esperaban su tren.
Aquella maleta estaba llena de misterio. Era obvio que llevaba allí abandonada mucho tiempo, pero que nadie había reparado en ella. Me agaché y vi que dentro había algo, era como si fueran ovillos de lana. Metí mi mano gris y palpé algo suave ..tiré de ello y ví que era de color verde..si amigos..de color!..
Según sacaba mas de la maleta salían otros colores, rojos, amarillos..hasta que la maleta se abrió y de ella apareció una joven multicolor que contrastaba con la sala en blanco y negro. Agarró la maleta y metió los ovillos en ella, sin perder una hermosa sonrisa y sin dejar de mirar mi asombrado rostro. La maleta estaba a medio cerrar, pero pronto pude ver que ella era la vida de aquella estación. Se acercó al anden y desde alli levantó su mano mientras un tren paraba y se montaba.
Aturdido y desconcertado por lo vivido decidí volver sobre mis pasos. La hojas movidas por el viento me envolvieron con fuerza devolviendotodo el color que me faltaba, mientras con mis dedos intentaba jugar con ellas. Cerré los ojos y al abrirlos estaba de nuevo fuera de la estación con una maleta en la mano, igual a la de la mujer colorida. Miré a lo lejos y vi llegar mi tren..el que siempre había estado esperando.