Aquella mañana era distinta. Aunque el hielo cubría todo y los árboles estaban petrificados por la fuerza de la naturaleza, era diferente.
El brillo del hielo se reflejaba en sus ojos. Asomado por la ventana, observando el amanecer, sin más abrigo que una tosca manta, intentaba ver en ese reflejo el sueño que acababa de tener. La verdad es que había dormido muy mal, vuelta tras vuelta, deshaciendo su mullida cama hasta convertirla en una madeja de sábanas mal puestas. Un sueño le atacaba en su tranquilo descanso, a la vez inquietante y maravilloso.
Se estiró perezoso y bostezó. Un halo de vapor salió de su boca debido al frío y un escalofrío recorrió su espalda.
Se aferró mas a la manta y cerró los ojos, abrigándose mas. Notaba como sus pómulos se congelaban por la brisa matutina, pero no le importaba.
Sin querer remediarlo se quedó dormido..pero solo un instante, lo suficiente como para notar que la manta le estorbaba ..¡¡Imposible!! pensó..en la calle hay 5 grados bajo cero, solo tengo una manta vieja..no puedo tener calor!! Así era, se frotó los ojos varias veces..pero estaba despierto..y no en la ventana sino en un lugar diferente.
Por alguna razón que no podía entender estaba en un sitio parecido al de su sueño, un prado verde, bajo un árbol grande y con hojas frondosas .
Sentado allí, desnudo, con la manta a un lado. No podía dar crédito a lo que sus ojos le mostraban, pero era cierto.
Se levantó y miró su realidad. Todo era casi perfecto..casi..porque faltaba algo, algo que estaba en su sueño y allí no estaba. Decidió relajarse y tumbarse en la tibia hierba y pensar. No podía dejar de dibujar una sonrisa en su cara, había salido del hielo y la rutina y estaba dentro de su sueño..era fantástico!.
Giró su cabeza y sobresaltado, sin poder abrir la boca, la vio. Allí estaba, subida en el gran árbol, un enorme Abeto gris.
Su sueño comenzaba a tomar forma. Esa mujer estaba a unos pocos metros..por encima de el. Se levanto de un salto y se acercó al tronco del arbol.
Hola!! Saludó..pero ella se limitó a sonreír y sonreír, de una manera contagiosa. A el le gustaba su sonrisa, era una sonrisa especial. Ella le hizo señas para que subiera al árbol y se sentara en la gran rama a su lado. Sin mediarlo, comenzó ágil a trepar por el grueso tronco. Según subía su corazón latía y latía mas fuerte, tanto que parecían tambores de guerra, al llegar a su lado..la abrazó.
Ella, con lagrimas en los ojos lo besó. En ese instante se sentaron sin apartarse la mirada uno del otro..y fue en ese instante cuando sucedió. Un viento del norte los envolvió con fuerza, ellos para no caerse se aferraron uno al otro contra la gran rama, mientras no dejaban de sonreír y abrazarse.
Pero el viento era demasiado fuerte, por lo que el árbol, sabio y poderoso decidió hacerlos suyos y los convirtió en parte de él.
Al desaparecer el viento, el árbol tenia dos ramas nuevas, entrelazadas entre si.
Si alguna vez ves dos ramas unidas, piensa que quizás hubo un tiempo en el que fueron amantes, y te observan desde lo alto, o también puede ser parte de tu sueño, un sueño que puedes hacer realidad.