Caminas y caminas sin parar, llevas mas de 10 horas caminando sin encontrar tu rumbo. Das vueltas sobre ti mismo, recuerdas que por allí ya has pasado, estás en la mayor encrucijada de tu vida.
Frente a ti dos caminos que parecen iguales, te observan invitándote a decidir cual elegir, por donde empezar a poner tus pies cansados, pero dudas, piensas que ya los has recorrido, que son iguales al resto. Los árboles son reflejo de otros que ya viste al igual que las piedras del camino, las mismas en las que tropezaste.
Te sientas a pensar. Tienes la boca seca, los labios agrietados del sol y tu cuerpo magullado por el duro esfuerzo de encontrar la senda. Juegas con un insecto que cruza por tu lado. No lo dejas pasar..cuando llega al extremo lo recoges y le vuelves a poner en el mismo sitio. Te fijas en el..y te sorprende.
No es mas que un pequeño e insignificante escarabajo, y a pesar de lo pequeño y frágil, el continua su camino, da igual cuantas veces lo des marcha atrás porque el vuelve a comenzar. Es en ese momento cuando te sientes insignificante. Tu eres grande, fuerte y te cansa volver a empezar, encontrar la senda de la felicidad, pero ese insecto lo hace..empieza una y otra vez.
Te levantas y eliges un camino, sonríes y caminas porque esa es la senda..la que tu eliges y es ella la que te llevará a otro nuevo comienzo.