Siempre estaba mascando ese asqueroso tabaco. El líquido mezclado con su saliva escurría por su babosa boca y eso a el parecía gustarle cuando las personas que estaban a su alrededor ponían gestos en su cara de desaprobación y bajaban la cabeza. Entonces era cuando el mascaba más rápido y se reía con voz socarrona.
Todo el mundo le temía, era como una especie de cerdo convertido en persona,rey del hampa de los bajos fondos, tan gordo como el dinero que amasaba con sus artes .
Hoy estaba de buenas, solamente había mandado matar a 4 . Por un momento el tiempo se detuvo en el bar de fray . Un coche patrulla se paró frente al roñoso escaparate y de el bajaron dos polis , por sus placas eran del distrito 43, muy lejos de su jurisdicción, pero estaban allí.
Barton escupió sobre el mostrador y fijo la mirada en una joven que estaba en la esquina, temblorosa, con una maleta vieja y desgastada que agarraba con firmeza, como si dentro de ella estuviera una vida entera.
Sus temblorosas manos agarraban una taza de café que aún estaba humeando. Su temblor hacia que sonara un tintineo cerámico, mientras gotas de aquel rancio café caían sobre sus zapatos.
Con un gesto de desprecio Barton hizo un amago de asco hacia la muchacha, mientras sus dos matones no quitaban ojo a los policías que estaban a punto de entrar en el bar .
Tiritando de frío y miedo, tomo de un sorbo el café. Agarro su maleta y se dispuso a salir de aquel local que olía a muerte. Por un momento pudo cerrar los ojos y percibir el aroma de aquellas flores que se pudrían en las tumbas , y que de niña olió por primera vez cuando jugaba entre las cruces y ángeles de piedra.
Sus discontinuados pasos era lo único que se podía escuchar ahora en aquel ambiente tenso y extraño. Cabizbaja pasó al lado de aquel ser despreciable y algo la hizo soltar la maleta. La grasienta mano de Barton la sujeto por el brazo y la acerco contra el.
El fuerte olor a sudor hizo que su temblor se convirtiera en una amalgama de dudas ,miedos y asco.
La puerta se abrió y aparecieron los dos policías. Estaba claro que venían a detenerlo, pero quizás no era el momento. Las miradas se cruzaron y echaron mano a sus revólveres mientras el gordo de Barton cubría su obeso cuerpo con el frágil cuerpo de la muchacha.
Las balas silbaban como serpientes venenosas en el desierto de la desesperación, buscando entrar en algún lugar donde aposentar la muerte y dejar que el alma agujereada vuele a otra dimensión.
Los primeros en caer fueron los dos matones de Barton, no fueron lo suficientemente rápidos , la sangre oscura de aquellos malditos se diluía entre botellas de whisky rotas detrás del mostrador mientras el camarero temblaba tras el.
Ahora los dos policías apuntaban a Barton.
Sus gordas y cortas manos asían con fuerza a la chica, zarandeando de un lado para otro buscando proteger la enorme dimensión de impacto que ofrecía.
De repente ella cerró los ojos mientras dejaba que sus lágrimas jugarán entre sus mejillas y dejándose caer como muerta, haciendo que sus frágiles brazos se quebrara entre las manos de Barton.
Las balas buscaron y encontraron el negro corazón de aquel mafioso. Su cuerpo sin vida se desplomó sobre ella.
Los polis habían encontrado el momento y dispararon en el momento preciso, pero la chica de la maleta desgastada y vieja estaba inerte,sin vida sobre el sucio suelo de un bar.
Uno de los policías fue hasta la maleta y la abrió. Allí no había nada, bueno si,un pañuelo empapado en lágrimas junto con una marca de carmín de uno labios cansados de pedir amor.