Algo brillaba entre la hierba mientras el viento la mecía de un lado para otro. Desde aquella piedra, sentado junto a un libro antiguo cuyas hojas estaban desgastadas de tanto pasarlas, observaba con curiosidad como entre el verde y ocre del suelo en otoño, una pequeña silueta se mostraba juguetona entre el vaivén de las hojas.
Se levantó dejando el libro a un lado y se estiró. Sus pulmones se llenaron de aire fresco mientras sentía como la naturaleza le envolvía. Caminó despacio hasta el objeto y agachándose apartó lentamente la frondosa hierba , allí estaba, una preciosa y desgastada máscara veneciana. Con sus fuertes manos la cogió y miró como queriendo saber mas de ella, observando entre el vacío de los ojos, pasando la mano y sintiendo los labios fríos y pálidos de cerámica.
La máscara estaba ligeramente rajada y su color, desgastado por las inclemencias del tiempo, ya no poseía el esplendor del pasado pues sus vivos tonos ahora se habían tornado apagados, aquellos que en su día iluminaron el rostro de alguna bella mujer. Sacó su pañuelo y comenzó a limpiarla. Según lo hacía, podía imaginar como era originalmente, pero lo que mas le intrigaba era saber mas, a quien perteneció, porque llego allí, y lo mas importante, que hizo del destino que el la encontrara.
La noche empezó a ganar terreno al día, al igual que el viento frío del norte que ya comenzaba a sentirse en el bosque. Un escalofrío recorrió su espalda y abrigándose se dispuso a marchar hasta su viejo coche, no sin antes, arropar entre su cuerpo aquella desconocía máscara.
Abrió la puerta de su VW escarabajo y se sentó dentro. Comenzó a llover. Las gotas de lluvia sonaban en el techo y preguntaban quien estaba dentro además de el. Se frotó las manos para entrar en calor y volvió a coger la máscara. Se acercó a ella y la olió. Quizás fue su imaginación, pero notó un suave aroma a mujer, dulce y cálido.
Con un gesto decidido se puso la máscara y cerró los ojos. Al abrirlos allí estaba ella, podía verla , observar quien fue su dueña. La veía caminando entre los jardines, con la máscara, jugueteando entre los setos y las ramas de aquel viejo abedul mientras alguien gritaba su nombre..Úrsula!. Su corazón no entendía el porque de aquella visión pero latía fuerte . Ver su grácil cuerpo, su bonita sonrisa, y aquel vestido de fiesta en algún lugar del siglo XVIII..todo surrealista, intenso y fugaz.
Un trueno retumbo en el interior del coche. Sobresaltado despegó la mascara de su cara y esta se rompió. Al ver aquellos trozos de cerámica sobre sus piernas no supo que hacer. Buscó en la oscuridad de la noche y no halló consuelo..solo encontró una estrella en el cielo, una sola, que brillaba y reflejaba su intensidad en un trozo de aquella máscara, la máscara de Úrsula.
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