Paty siempre tocaba la misma tecla del piano, el mismo sonido una y otra vez, y cada vez que lo hacía un nudo se formaba en su garganta. Era como si aquella nota musical la transportara a un mundo donde nada tenía que ver con ella, donde el viento es capaz de hablar y susurrar entre los juncos del río, donde las nubes parecen de algodón y el camino nunca es largo pues al final del mismo alguien te espera para recibirte con un cálido abrazo.
Con frecuencia cerraba los ojos y dejaba escapar una lágrima como queriendo enviar con ella a su alma prisionera en aquel cuerpo inmóvil frente al piano.
Las ramas de los arboles chocaban contra su ventana pues la tormenta que se había desatado los hacía amenazantes , cuyas sombras hacían de ellos crueles gigantes que parecían querer raptar a la joven, mas ella no se inmutaba, seguía tocando su tecla acompañada por el compás de truenos y relámpagos.
Que la hizo estar así es parte de la vida, de una vida cruel e injusta que se ceba con los débiles pero que no sabe que dentro de ese recipiente que es su cuerpo existe algo mas fuerte que la voluntad destruida, es el deseo de sentirse viva, de crecer y volar tan alto como los pájaros que se ven desde su ventana.
La tecla sonaba..y de repente paró. Ahora no era un solo sonido, sino uno tras otro. La delicadas manos empezaron a dibujar con sonidos la alegría de un nuevo comienzo mientras de sus brillantes pupilas brotaban lágrimas como si de un manantial en pleno desierto se trataran, pero de felicidad, porque fue eso, un rayo en la tormenta lo que la hizo despertar de su letargo de tristeza, una luz intensa que la cegó por un momento para darse cuenta que aquella nota musical monótona y aburrida, en la que ella montaba imaginariamente para salir a un mundo surrealista era poco, necesitaba una melodía, una que la transportara a ser lo que siempre quiso ser..feliz.
Ahora todo era diferente, hasta los arboles en la tormenta parecían acariciar su mundo y la lluvia bailar junto a su ventana, Paty recordó lo mas importante, sonreír .