Miró el cuadro colgado en su habitación. Aquella pintura había estado allí encima de su cama desde que el era pequeño, y solo ahora, después de mas de 20 años era cuando se fijaba en el.
En si no era nada especial, pero cuanto mas se fijaba mas le inquietaba tanto por sus formas,sus colores desgastados y las figuras emergentes del mismo. En el, una silueta de una anciana con un bebe en brazos y una niña en la mano huían de lo que parecía la guerra. Nunca fue un cuadro apropiado para la habitación de un chiquillo, mejor hubiera sido uno del campo, de flores o quizás de un aguerrido super heroe.., pero el caso es que quien lo pintó, deseaba que allí estuviera. Recordaba que de niño, en las noches de tormenta, creía ver como se movía y siempre acababa asustado bajo las sabanas sin atreverse a asomar la cabeza. Siempre pensó que aquello era fruto de su mas que dilatada imaginación, hasta en alguna ocasión llegó a taparlo con una camisa para no tener que verlo.
Ahora, desde la puerta, con la casa vacía y sin mas ruido que el de su respiración, veía pasar su infancia corriendo por los angostos pasillos de la casa, y aquel cuadro, era el vínculo que le había observado durante toda su vida.
Se acercó hacia el y comenzó a tocarlo con sus dedos. Cerro los ojos, por un momento un escalofrío recorrió su espalda porque notó frío, el mismo que te invade cuando estas solo en mitad de una ventisca de nieve y no tienes con que cubrir tu cuerpo tiritando por el gélido viento. Quiso abrir los ojos, pero no pudo, escuchó voces que huían de algo terrible, pasos discontinuos en el campo mientras los gritos de los niños quedaban ahogados por el crepitar de las llamas.
Los nervios se empezaron a apoderar de el. Intentó despegar sus manos de aquella pintura pero no le fue posible, notaba el calor de las llamas deshaciendo sus yemas mientras apenas podía gritar, de su boca solo salia un leve susurro aplacado por los gritos de quienes estaban atrapados en el cuadro.
Lentamente fue fundiéndose con el, entrando en un bucle de desesperación , mientras el oleo le atrapaba para hacerlo suyo y difuminar su vida, aquella que observo, que vio crecer,sonreír, llorar y triunfar, y como no, evolucionar. No quería dejarlo marchar ,ahora sería parte del cuadro para siempre, sin retorno, mientras el viento cerraba la puerta de la casa con un golpe seco.
foto: artealista