George estaba siempre asomandose en aquel pozo en mitad de la plaza. Casas de piedra , calles estrechas y el viejo castillo en lo alto, rodeado de grandes cipreses que altivos daban la bienvenida a los comerciantes y soldados. De alguna manera le gustaba verse reflejado en el agua, que aunque distorsionaba su joven figura, veía en ese reflejo a un ser joven, que de alguna manera se resistía a envejecer.
Desde muy pequeño observaba la cara de su experimentado abuelo, surcado de pliegues y arrugas que denotaban experiencia, arrugas que describían sus batallas, logros y derrotas,pero que el no podía comprender. Su casa estaba frente a la plaza y el pozo de piedra al lado de un gran manantial , era parte del paisaje urbano en un mundo que tenía poco de humano y mucho de injusto. Cuando amanecía, era muy bonito ver a George mirar por la ventana y deleitarse con la sombra que el sol hacía sobre el pozo, lo mismo que en las mañanas de lluvia y frio, donde las gotas se convertían en pequeñas hadas que revoloteaban a su alrededor como queriendo no entrar dentro de el. Ese pozo era mágico, al menos lo era para George.
Muchos nos preguntamos porque estaba tan obsesionado con el, aunque es muy posible que la respuesta fuera mas simple de lo que parecía, ya que cierto día, su abuelo acudió por agua. El era muy pequeño y apenas lo recordaba, pero lo cierto es que nunca mas lo volvió a ver. Las gentes del lugar dijeron que las ninfas del pozo lo habían arrastrado al fondo, pero claro, la mayoría pensaba que había huido a algún lugar, quizás por deudas o algún malentendido, ya que en esa época, era común batirse en duelo por temas simples y sin importancia.
George creció hasta convertirse en un joven apuesto. Trabajaba en las tierras que había dejado su abuelo y no pasaba el día que no recordara sus pequeñas manos jugando con las de el en mitad de la cocina mientras el fogón calentaba la comida. Si..lo echaba de menos..habían pasado 25 años desde que desapareció.
Como cada día, George se acercó al pozo y miró su reflejo en el. El agua cristalina le devolvía su curiosa mirada con el fiel retrato de la juventud. Cerró los ojos por un momento y suspiró profundamente. El viento empezó a silvar con fuerza, cantando melodías entre las calles y haciendo sonar las ramas de los árboles como si fueran tambores en la noche. George abrió los ojos y vio de nuevo su reflejo en el agua.
El aire hacía ondas que distorsionaban su rostro . Por un momeno creyó ver a alguien conocido en aquel reflejo, pero no caía quien podía ser, puesto que solo el estaba observando . Continuó mirando seriamente aquel semblante tan familiar, hasta que se dió cuenta que la imagen le estaba sonriendo, un rostro anciano y amable. El aire se detuvo y con el ,el movimento leve del agua. Su rostro empezó a volver a ser tal y como lo recordaba, joven, lleno de vida. Sus manos corrieron hacia su cara para palpar y descubrir que seguía siendo el poseedor de la juventud que tanto deseaba.
Según se alejaba del pozo, una energía especial lo hizo girar y mirar. Al volver, allí estaba su abuelo, 25 años despues igual a como lo recordaba, sonriente junto a el, invitandolo a acercarse de nuevo. George tembló por un momento pero era mas fuerte conocer la experiencia de la vida que seguir buscando dentro de aquel pozo. Girando con decisión fué hacia al encuentro de su otro yo. Se había dado cuenta que su abuelo era parte de el, y que ahora, serían uno solo.
Desde ese día nunca mas se supo de George, pero siempre que alguien desea ver su rostro reflejado se asoma al pozo y recuerda a aquel joven que cada día sonreía a su destino con el elixir de la juventud, puesto que fue el quien dia a dia bebía del mismo hasta que fue el pozo quien se lo llevo para ser joven eternamente.