Sentada en la orilla admiraba el anochecer adormecida por el sonido de las olas jugueteando con sus dedos en la arena, dibujando figuras imaginarias que su mente transportaba hasta sus dedos. La relajaba quedarse varias horas sin hacer otra cosa que pensar ,respirar el aire del mar, y dibujar viendo como cada ilusión grabada en la arena era borrada por las olas.
Natasha nunca pensó que sus dibujos desaparecían, ella creía que el mar se los llevaba para coleccionarlos, es más, con los ojos cerrados imaginaba como buceaban entre los peces hasta llegar a una gran sala donde todos cobraban vida.
Era feliz imaginar su mundo, decidir que tenía vida y lo más importante, era su mente la que creaba aquellos personajes.
Natasha se estiró y caminando descalza por la arena se dispuso a abandonar la playa. Nunca había creído en las casualidades, porque siempre pensó que las casualidades son jugadas del destino, presentía algo importante entre las sombras de ese lugar tan conocido para ella, era como si su último dibujo sin rostro la estuviera observando.
La brisa empezó a ser fresca, jugueteando con su rizado cabello, brisa lo suficiente fría como para erizar su cálida piel,sus brillantes ojos oscuros eran el espejo de la luna. Ese cambio de temperatura la hizo pensar que debía volver a su casa, aunque su afán de aventura la pedía esperar alguna señal, por estúpido que pareciera, ella creía en esas casualidades que hacen que cambien tu vida.
Se detuvo en lo alto , junto al viejo camino que daba entrada a la playa. La oscuridad era ya total. Empezó a recordar lo último que había dibujado en la arena , el rostro de un ser que sólo cabía en su dilatada imaginación. Ella sabía que ahora ese dibujo nadaba entre las olas, sonreía imaginando ese momento, al igual que la gustaría ser parte de sus fantasías, demostrando al mundo de lo que era capaz , y lo más importante, sin dar explicaciones de nada.
Un fuerte aroma la hizo girar la cabeza. En la noche no podía ver nada, sólo sentir que algo o alguien la estaba siguiendo, observando quizás , pero por extraño que parezca, no tenía ningún temor. Le resultaba familiar ese olor, era como si su mente ya lo hubiese procesado, o quien sabe, pensó en la posibilidad de alguien del pasado, pero no la cuadraba,no,no podía concentrarse en quien podía ser.
Camino unos cuantos metros muy despacio, girando su delicada cabeza vez en cuando para encontrarse con aquella persona que tímidamente la seguía .
De repente se detuvo y miro a sus pies. Cerro los ojos e inspiro con fuerza, ahora notaba el aroma como si fuera parte de ella. Un tímido y leve roce en su piel la hizo despertar.
Giro y allí estaba frente a ella. Su forma, imagen y físico correspondía con algo perfectamente conocido ya que era el dibujo que ella había hecho en la playa, toda su piel era de fina arena. Estaba sonriendo y cuando se quiso dar cuenta había agarrado sus manos. El tacto era suave y a la vez relajante, no podía creer que un sueño se hubiera materializado en algo real, era como si la casualidad la hubiera estado buscando,un golpe del destino ayudado por el poder de la imaginación y los sueños se convirtiera en realidad.
Natasha comenzó a sonreír, hacia mucho tiempo que no estaba tan excitada al lado de aquel ser que según ella debía estar en el mundo marino junto con los otros dibujos de la playa. Caminaron juntos envueltos por el olor del mar. La emoción del momento hizo olvidar la fresca brisa . Se sentaron junto a la orilla, fue en ese momento cuando una enorme ola cayo sobre ellos.
Varios días después un niño jugando en la arena descubrió un dibujo que por mucho que las olas lo intentarán barrer permanecía en ella. Por su forma eran dos personas,un hombre y una mujer de cabello rizado, agarrados de la mano frente al mar, sonriendo, demostrando al mundo que las casualidades se encuentran, sólo las tienes que esperar.