Acaricias esa roca lisa, la acaricias como si fuera un perro al que amas y sólo es una roca. Cada vez que tu mano pasa por ella sientes su desgastada superficie, piensas en todo lo que a pasado por ella, la lluvia,el granizo,el fuerte viento,el sol implacable, todo ha hecho de ella lo que es ahora, una forma caprichosa de la naturaleza modelada por el escultor más diferente del mundo.
Tu rostro se pega a ella y notas su calor, el sol ha hecho que sea un pequeño radiador en medio del frío paraje, pero te reconforta, aún siendo dura e inexpresiva , te da la vida, es como si su imaginario corazón te alimentara con sus latidos.
Cierras los ojos, crees estar en un sitio mágico , respiras el intenso aroma de tomillo y espliego del campo, sobre esa almohada, una almohada de piedra.
Con tus manos agarras puñados de tierra y sientes su tacto, pequeñas piedras, arena y arcilla,ramas y raíces, todo mezclado en tus puños, que aprietas y sueltas lentamente de nuevo sobre el suelo.
Tu mente quiere saber que piensa la piedra , aún a sabiendas de que las piedras no piensan, pero imaginas que dentro de ella se encuentran tus sueños encerrados esperando salir con la intensidad de tus anhelos.
Por fin te levantas del suelo, ya es tarde, pero has comprendido que si una piedra puede ser suave, dar calor, y proporcionarte apoyo, es suficiente para entender que tu puedes dar más de ti, y conseguir ser como ella.
SERGIO CARRASCAL 