Sentada en el viejo sofá de aquella buhardilla a las 4 de la madrugada se preguntaba el porque su cabeza no paraba de escuchar esa canción, unos acordes de guitarra que siempre la despertaban y la hacían mirar por la ventana al viejo Madrid.
Aquella noche la tormenta rasgaba con sus rayos el oscuro cielo mientras los truenos hacían temblar el viejo edificio del centro, donde ella vivía. Con su mirada intentaba buscar entre los fogonazos de luz quien era aquel que lanzaba esa melodía al centro de su cabeza, quien desde lo mas profundo del mundo de la inspiración creaba algo especial para ella. Las gotas de lluvia empezaron a golpear contra el cristal, su tintineo rítmico la hicieron cerrar los ojos e imaginar con fuerza entre el silencio y su mundo particular.
Su mente volaba y volaba a la vez que sus dedos tocaban el frio cristal mojado. Aquella guitarra ahora sonaba más y más cerca, sus manos podían sentir la vibración de sus cuerdas al igual que su cuerpo que se erizaba ante el bonito sonido de una música que esperaba una letra puesta por sus bonitos labios.
Una lágrima hizo que se diera cuenta que debía abrir los ojos. Entre su mirada turbia provocada por las lágrimas y el insomnio de varias noches pudo ver entre la oscuridad de la noche, en mitad del aquel imponente cielo cubierto de rayos, una sonrisa, allí, a lo lejos.
Una bonita sonrisa se dibujó entre sus labios mientras se deslizaba entre las sábanas para dormir al ritmo de aquella canción, que ya tenía letra. Al despertar, junto a la ventana, dos cosas… Una guitarra junto con una sonrisa dibujada en el cristal.
Dedicado a Miriam Rupy, amiga, cantautora y una increible artista!.
SERGIO CARRASCAL 