Apenas se escuchaba nada, solo el viejo Gramófono que chirriaba una vieja canción mientras la lluvia golpeaba suavemente en el cristal de aquel gran ventanal de la habitación del Hotel de la esquina de la famosa calle 33.
Era tarde, pero no lo suficiente para ella. Llevaba días sin dormir, o al menos, decentemente. Algo la inquietaba y la transportaba al mundo de las pesadillas donde los sueños quedan bloqueados por sus miedos, y estos, abren sus ojos para recordarla que la noche es larga, y que verá amanecer sin apenas imaginarlo.
Se sentó en el borde de la cama y se acarició su fino cabello, a la vez que bostezaba mientras cerraba sus ojos almendrados dejando entrever que lo que quería era dormir. Un trueno hizo temblar la ventana, pero no la inmutó lo mas mínimo, paso a paso se acercó a la misma que daba a un balcón, nadie en su sano juicio se habría asomado a las 3 de la madrugada con semejante tormenta, pero a ella no la importaba, porque quizás ese baile de lluvia, truenos y relámpagos de luz, era un autentico espectáculo que la sacaba del eterno letargo del pensar.
Con su fino camisón que se iba poco a poco empapando dejaba una silueta con una gran carga erótica apoyada en la barandilla del balcón. Su curiosa cabeza miraba de un lado a otro buscando algo o a alguien en aquella calle desierta, esperaba sin saberlo, sin cita previa, sin la certeza de nada, pero a veces, aun sin esperar aparecen esos rayos de luz que te marcan el camino y te dicen por donde tienes que ir.
Encendió un cigarrillo, que a duras penas conseguía mantener encendido por la lluvia , y realzó aún mas su imagen de mujer fatal o quizás de alguien misterioso que observa desde lo alto envuelto en una nube de humo y vapor.
Cerró de nuevo los ojos y empezó a sonreír mientras ahora la música de una Diva del Jazz sonaba dentro de la habitación. Levantó sus brazos y comenzó a bailar bajo la lluvia. De repente sintió unos brazos fuertes que la abrazaban desde atrás y la sujetaban al son de la música. Ella se dejó llevar, y por un momento, la tormenta se convirtió en la orquesta de aquel sueño tan hermoso, no lo podía creer, sintió como si todo el amor que nunca había recibido, todo el cariño, la inundara de repente.
Siguió danzando y sonriendo, con una sonrisa que pudo disipar hasta los miedos mas ocultos, destrozando cualquier atisbo de temor y dudas .
La tormenta comenzó a alejarse, y con ella, la lluvia, dejándola sobre aquel balcón mientras comenzaba a amanecer haciendo que los rayos del sol sorprendieran a una bella mujer empapada en cuyos dientes se reflejaba, por alguna razón ahora era feliz.
Con una enorme sonrisa entró en la casa mientras ponía una canción de Edith Piaf y daba un sorbo a una taza de café…lo sabía, había bailado con su destino.